Hija de las cenizas by Ilaria Tuti

Hija de las cenizas by Ilaria Tuti

autor:Ilaria Tuti [Tuti, Ilaria]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2021-06-03T00:00:00+00:00


26. Hoy

De nuevo la cripta de la basílica se abrió de par en par ante Massimo, pero ahora no estaba Teresa Battaglia a su lado. Elena le apretó la mano.

—¡Es una locura!

Había intentado susurrarlo, pero su voz salió tan aguda que el guarda se volvió para mirarla. El hombre se sentó cerca de la entrada y se dedicó a su smartphone. Al fin y al cabo, no había nada que controlar, esta vez no bajarían a la urdimbre del mosaico.

Elena temblaba bajo el pequeño vestido de algodón blanco que le rozaba los tobillos, con los pies casi encima uno de otro.

—¿Tienes frío?

—No es por el frío.

Lo había dicho de una manera determinada. Aquello era amor por el pasado, por la gente que había cantado a su dios allí, por cada tesela que manos laboriosas habían colocado una al lado de la otra y por cada pigmento de color que se había adherido al yeso con tenacidad durante siglos. Massimo la animó a seguir adelante.

—Toda tuya.

Elena extendió los brazos.

—¿Sientes este viento? Viento bajo tierra. Para la conservación de los restos.

—Entiendo poco del tema, lo siento. Aparte de que es bonito, poco más puedo decir.

Ella se dio la vuelta.

—Porque nadie te lo ha explicado.

—Hazlo tú.

Elena estaba bajo un foco, su pelo color canela era un velo dorado que le llegaba hasta la cintura.

Extendió un brazo.

—A ese lado está Oriente, el sol naciente. La primera luz del amanecer se filtraba por las ventanas y hería a los fieles. Imagínate el asombro, el poder del rito, esos destellos del agua de la pila bautismal elíptica.

La fuente ahora solo eran piedras.

Elena avanzó unos pasos.

—Pero el verdadero tesoro, Massimo, está bajo nuestros pies. Un camino iniciático que sigue siendo misterioso.

—¿Camino iniciático?

—Cada figura está relacionada con otra y participa en la composición de una grandiosa visión. Estos mosaicos son en parte la representación iconográfica de la Pistis Sophia, un texto gnóstico en lengua copta que se remonta al siglo III. Los seguidores del gnosticismo eran cristianos disidentes que habían llegado aquí, probablemente desde Alejandría, para huir de la censura de los Padres de la Iglesia. Los cuatro libros de la Pistis Sophia se convirtieron en una biblioteca gnóstica mucho más amplia cuando en 1945 se añadieron los trece códices de Nag Hammadi, encontrados por dos hermanos pastores en una tinaja.

—¿Qué contienen esos códices?

—Revelaciones. Las palabras que Jesucristo dejó a los apóstoles en los once años que pasó con ellos después de la resurrección.

—¿Después de la resurrección? Esa premisa me inquieta.

—También inquietó a los cristianos ortodoxos. En el siglo IV, la religión cristiana era religio licita, legalizada gracias a los edictos de Galerio y Constantino. Antes de los distintos concilios, las doctrinas internas, a menudo contradictorias, eran diferentes. Había quienes profesaban la sencillez de la fe, por temor a que los sofismas pudieran conducir a fáciles herejías. Otros, en cambio, preferían mantener las bases filosóficas y mistéricas que encontraron de nuevo en el helenismo de Alejandría y en los cultos egipcios de matriz esotérica y astrológica. De ahí



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